Nunca digas...

Está claro que cuanto menos te apetece salir una noche, más tarde llegas, y en peor estado físico (osease, ebria hasta las cejas). También está claro que cuanto más quieres ahorrar, más gastas una noche de sábado. Y cuanto más quieres dejar el alcohol, más mezclas (chupitos variados de vodka, absenta, salmiakki con fisu...). Pero bueno, mereció la pena. Cuando dos canarias se alegran tanto cuando les dices "creo que estoy lo suficientemente borracha para ir al centro", y se ponen a gritar con acento canario "siiii!! ellen se viene con nosotras!! si!!!", qué quereis que os diga, sube bastante la moral jaja. Además, desde enero, sólo he salido un sábado y ya iba siendo hora.

Lo mejor de la discoteca a la que fuimos no son los 7 euros que cuesta entrar, ni las colas de la barra, ni los borrachos, ni la música mala que ponen. Lo mejor de esa discoteca son las colas para entrar en el baño. Es en la única discoteca que puedes conocer a gente esperando a poder mear. Siempre, no falla. Este sábado tocó conocer a una niña (porque me dijo que sigue en el instituto...) que me contó que estuvo dos semanas después del tsunami en Tailandia y ahora vuelve y tal. Y digo yo: qué %¤£# tienen los fineses con tailandia. No lo entiendo. Pero mientras estaba hablando con ella, vi una pierna asomarse y sólo con la pierna supe que era Finnshane. Efectivamente. Más tarde volví al baño y detrás mío se puso Finnshane, con el móvil. Yo solté un "perdona, hay más baños en esta discoteca?", como si fuera mi primera vez ahí ajaja. Así que dejó el móvil y empezamos a hablar, ella también estuvo estudiando fuera, que tiene un año más que yo y poco más que recuerde. Al salir del baño cada una por su camino. Eso sí, nos volvimos a cruzar y me saludó, y yo, que soy así de ocurrente, le pedí fuego (espero que no se notase que el mechero lo tenía en el bolsillo jaja). Y del camino de vuelta a casa no me acuerdo mucho. Íbamos en el taxi... y me presenté al taxista... y estuve hablando español con un alemán... y cuando llegué a casa, no sé cómo me cociné unos palitos de merluza... en fin. Que no vuelvo a beber (de aquí al martes).

pd. También recuerdo (como para olvidarme) de la camiseta del dj, con ecualizador que se iluminaba según el ritmo de la música. Qué frikada.


Fedde Le Grande, Put your hands up 4 Detroit